Fundamentalmente, un autor de Kotaku estaba jugando la recientemente lanzada VN Our World is Ended y han visto la oportunidad perfecta para crear otra de esas “controversies” que tanto les gustan. Primero afirma estar mosqueado por constantes chistes de tetas y que el protagonista esté constantemente haciendo alusión a ellas:
Sin embargo, todo se complica cuando se centra en Tatiana, la “loli” del equipo de personajes del juego, una niña genio con problemas para socializar. Se queja de que el personaje está claramente sexualizado en base a dos capturas:
Y algunas situaciones que describe (como que el personaje llama “pervertidos” a los chicos del juego o que su padre acusa al protagonista de estar tratando de acosarla (de estas cuestiones no aporta captura). Cabe decir que el juego tiene un rating M for Mature y dice esto del contenido sexual:
The game contains some sexual material: female characters wearing skimpy outfits (e.g., deep cleavage), often viewed via close-up camera angles; still-images of moaning characters, covered in slime and restrained by tentacles; sexual references in the dialogue
Por tanto, está claramente explicitado, el que compre la experiencia sabe que se va a encontrar esas cuestiones, pudiendo no comprarlo si no se siente cómodo con ellas. No obstante, todo ello permite al autor justificar un caso para contactar a Sony, Nintendo y PQube (la distribuidora), la cual sugiere que podría haber censura solo en base a lo que dice el artículo de Kotaku:
As always, our mission at PQube is to bring games from Asia to the west, taking care to ensure that they align with the original as closely as possible.
However, we also have a very strong bond with our community and fans and so are always mindful of paying close attention to, and implementing, any feedback.
Since release we took on board a lot of feedback and have already been reviewing Our World Is Ended to help make improvements to ensure it is as enjoyable as possible to our wider community.
No obstante, el autor cierra el texto por todo lo alto, diciendo que, incluso si PQube aceptase sus términos y censurase la experiencia acorde a su visión moral, igualmente no jugaría el resultado. Por tanto, pone a la distribuidora en un dilema donde debe elegir si apelar a alguien que reconoce que los cambios solicitados no cambiarían su visión de la experiencia ni le harían seguir jugándola, o centrarse en el público que sí compraría dicho juego.
Personalmente, estoy siempre en contra de toda forma de censura, porque el pensamiento crítico es fundamental, y la libertad del autor, aún más. Tratar de hacer pasar una posición moral que descontextualiza una cultura (en este caso, la japonesa) valorada sobre los criterios de otra es un ejercicio de gimnasia mental que desgraciadamente se acepta más de lo que debería. Querer adaptar todo a lo políticamente correcto elimina cualquier posibilidad de crítica o desarrollo moral, en un falso intento de querer vender una realidad idílica que en el mundo real no existe.