Cuartos. Novak Chokapic vs Pechitos McTetis
Condición: Una noche más, tu compañero/a de piso ha vuelto a casa, de madrugada, con la cara llena de heridas.
Carme
—Papá, ha vuelto a pasar. Estoy harto.
Jordi entraba por la puerta con arañazos en la cara y un ojo morado.
—¿Ha sido otra vez Mireia? Es la tercera vez en dos meses de curso.
—Sí, entre clase y clase. Se empezó a meter con mi pelo, la he mandado a hacer puñetas y se me ha tirado encima. Debí haberle dado un puñetazo.
—Hijo, recuerda lo que decimos siempre.
—«La violencia es el último recurso del incompetente» —dijimos al unísono.
—No te preocupes, mañana me acercaré a hablar con tu profesor.
***
El pobre maestro se avergonzó de hacerme saber que Mireia era la hija de la jefa de estudios, y que básicamente tenía bula para hacer lo que quisiera, porque era tan mal bicho como su madre. Pero que podría ir a su despacho a hablar con ella, a ver si conseguía algo, aunque lo dudaba.
—Hola, Carme. ¿Se puede? Soy el padre de Jordi. Se ve que ha vuelto a tener un encontronazo con tu hija.
La señora levantó la vista de su pantalla y me invitó a entrar y sentarme en la silla frente a su escritorio.
—Marc, ¿verdad? Sí, algo me ha dicho su profesor, pero creo que quizás tu hijo ha exagerado.
—Bueno, me explicó que Mireia le insultó por ser pelirrojo como su madre, que en paz descanse, y que a partir de ahí discutieron, acabando él con la cara hecha un mapa.
—No es eso lo que me ha dicho ella, así que poco podemos hacer. Si hubiese hecho algo malo, seguro que le pasarían cosas malas; y no nos está pasando nada malo. Quizás deberías trabajar con tu hijo el bloquear opiniones que no le gusten. Buenos días.
Entendí que nuestra conversación había terminado, así que me levanté y me fui para casa, un poco anonadado por los huevazos que mostraba la individua.
Me puse a pensar en qué podría hacer yo para “arreglar” un poco la situación. La violencia es el último recurso del incompetente, sí; pero el sabotaje…
Porque Carme no sabe que en mis tiempos libres soy un greyhat: utilizo mis conocimientos informáticos para detectar fallos de seguridad, sin que me importe saltarme una o dos leyes absurdas.
***
Encontrar su casa en las Páginas Blancas fue fácil. Su wifi llegaba hasta mi coche, y en esa casa no cambiaban las contraseñas, por lo que pude entrar en su router con admin admin.
Una vez dentro, lo manipulé para que solicitara periódicamente a un servidor proxy un script que bloquease Instagram, Netflix, la prensa y los correos salientes (pero no los entrantes). Recogí, y me fui.
***
—Papá, casi me tira por las escaleras.
—¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?
—Bajábamos al patio por el evento de Halloween y Mireia me ha empujado por la espalda. Me he podido agarrar a la barandilla, pero por los pelos no acabo en el rellano.
***
—Hola, Carme. ¿Se puede? El viernes me contó Jordi que Mireia le empujó por las escaleras. No sé qué les pasa, pero deberían acabarse las peleas de estos dos. Trifulcas de patio es una cosa, pero esto…
La hija de puta puso cara de sorpresa y de ofensa por siquiera haber insinuado algo así de su niña. Me dijo que nadie había visto nada de eso, por lo que no podían actuar, y remató con:
—¿Quizás estaba Jordi medio dormido y se tropezó? Algunos chicos no duermen bien y llegan al colegio cansados. Pero tampoco ha pasado nada, así que no hay nada que resolver.
***
En la anterior incursión me fijé en que tenían una placa anunciando la empresa de seguridad que vigilaba la casa, así que en esta ocasión me colé en la red de la jefa de estudios y localicé sin mucho problema los puertos de la centralita. A ver cómo de descansada llega a trabajar cuando le salte la alarma unas madrugadas sí, unas madrugadas no.
***
—Papá, tienes que hacer algo. Hoy me ha bajado los pantalones en mitad del pasillo, y en el patio me ha enganchado un chicle en el pelo. La profe de plástica me ha tenido que cortar un mechón. ¡No voy a poder participar en la función de Navidad así!
—¿A ver? No te preocupes, recuerda que llevarás gorro de pastoret. Mañana hablaré de nuevo con su madre y esta vez conseguiré que haga algo con su hija.
***
—Hola, Carme. Tenemos que hablar. Tu hija no para de hacerle la vida imposible a mi hijo, y si no se resuelve de una vez por todas, me veré obligado a denunciaros a la policía.
Eso sí pareció afectar a la ojerosa jefa de estudios, que pegó un brinco en su silla y se levantó para intentar convencerme de que no había para tanto.
—Además —añadió—, piensa que es la palabra de tu hijo contra la de mi hija. ¿Quién te asegura que sea verdad? Igual es el clásico acto infantil de llamar la atención de la persona que le gusta, y en vez de tirar de sus coletas se inventa que le hace perrerías.
La violencia es el último recurso del incompetente. La violencia es el último recurso del incompetente. La violencia es…
***
Esa noche estuve capturando el tráfico de su red hasta que conseguí su correo personal, su móvil y su cuenta de Facebook. Creé perfiles en Tinder y en otras seis webs del estilo asociando sus datos, y me fui a casa.
***
—¡Papá! ¡No te lo vas a creer!
—¿Qué? ¿Qué ha pasado ahora? Si hoy era el primer día después de las vacaciones, ¡no ha habido tiempo para que te pase algo!
—¡No! ¡Es algo bueno! El profe me ha dicho que Mireia se ha cambiado de colegio por irse a vivir con su padre a otra ciudad.
—¡Vaya!
—¡Sí! Él también está contento porque Carme está de baja. Me ha dicho que esto debe servirme de lección: vale la pena ser bueno, porque a la gente buena le pasan cosas buenas.
—Sí hijo, es el karma.