Fuera de Concurso
Corazón de León de Kanon Saga
—Pero ¡qué demonios! —exclamo al despertar súbitamente en un tren. Juraría que no hace ni diez segundos que vi a mi hermano lanzar aquella flecha contra ese maldito muro.
—¿Se encuentra usted bien? —pregunta una voz dulce.
Sentada frente a mí se encuentra una extraña chica de pelo azul, liso, largo y brillante. Lleva un estrambótico recogido hecho con un pañuelo rojo con motivos verdes. Pese a su innegable belleza, sus ojos violetas desprenden una mirada triste.
—No es nada, no se preocupe —acierto a decir.
Es extraño. Es la primera vez en mi vida que la veo y, sin embargo, me resulta extrañamente familiar.
— Lyfia, me llamo Lyfia ¿y usted? —pregunta logrando sonreír tímidamente.
—Aoria. Un placer conocerla pero, por favor, no me trate de usted —respondo mientras trato de devolverle la sonrisa—. Eso me hace más mayor.
—Tutéame a mí también entonces —dice Lyfia entre risas—. No pensarás que yo soy una vieja.
—Gracias Lyfia. En absoluto. Eres una chica joven y guapa, si me permites la apreciación. No obstante, me gustaría preguntarte algo.
—Tú dirás.
—¿Hacia dónde lleva este tren?
—¿Te has montado en el tren sin saber a dónde va?
—Al decir verdad he despertado ya aquí. Quiero decir cuando el tren ya estaba en marcha.
—Qué extraño. Yo simplemente te vi dormir como un niño cuando llegué y me senté aquí. Pero bueno, si realmente quieres saber a dónde vamos, el tren se dirige a Asgard.
—¿¡Asgard!? —pregunto visiblemente cariacontecido—. Entonces si yo estoy aquí…
—¿Hay algún problema?
—No, no es nada ¿sabes si falta mucho para llegar a Asgard?
—No quedarán ni diez minutos para llegar.
—Gracias. Eso debería de bastar por ahora.
No puedo evitar el pensar en mi hermano y en los otros. Si yo estoy aquí, ellos no deberían de estar muy lejos. Si el destino es Asgard eso significa que los dioses han decidido que nos veamos allí por algún motivo que se me escapa. Sólo debo de llegar allí y comenzar la búsqueda.
—Aoria ¿verdad? —preguntó de nuevo Lyfia.
—Sí, así es.
—Perdona que me entrometa pero mientras dormías has dicho dos nombres: Aioros y Atenea. Sé que soy una completa desconocida para ti, pero yo te podría ayudar. Conozco Asgard te podría hacer de guía. Sólo necesito saber qué estás buscando exactamente.
—Lo siento pero esto no es asunto tuyo.
—Muy bien Aoria de Leo, caballero de oro del ejército de Atenea. Me levantaré, me iré y no te molestaré más —dice Lyfia mientras hace un amago de levantarse para irse.
— ¡Espera! ¿Cómo demonios sabes tú esto?
—Soy amiga de Hilda de Polaris, sacerdotisa y representante de Odín en la tierra. Sé muchas cosas. Tú quieres respuestas y yo necesito apoyos para mi causa.
—¿Y cuál es tu causa? ¡Maldita sea!
—Hilda ha caído enferma y Andreas se ha hecho con el control de Asgard. Está resucitando el árbol Yggdrasil. Temo que alguien más oscuro y poderoso esté detrás de todo esto. Por eso estás aquí, por eso estáis aquí —dice mientras hace un gesto hacia la ventana. Un gran árbol gigante podía verse en el horizonte.
—¿Qué sabes acerca de mis amigos? ¿Estás sugiriendo que si estamos aquí es por la voluntad de Odín?
—¿Porqué otra cosa si no? En cuanto a tus amigos, no sé nada acerca de su paradero. Pero me gustaría encontrarlos tanto como tú. Por eso me he ofrecido a ayudarte.
—No será un paseo turístico.
—Lo sé —dijo Lyfia convencida.
Tras esto, se escucha la megafonía del tren anunciando su llegada a la estación de Asgard. Bajamos del tren y ante nosotros se extiende una ciudad otrora helada y ahora bulliciosa con ambiente extrañamente primaveral. La gente parece contenta, ajena a cualquier cosa que tenga que ver con Yggdrasil o los dioses. El árbol se observa excelso desde aquí. Unos guardias que andaban por allí cerca reconocen a Lyfia, la cual sin mediar palabra me coge del brazo para salir corriendo. Logramos meternos por un callejón. De repente me abraza para ocultarnos por un recoveco que había en la pared. Los guardias pasan de largo, nos miramos a los ojos, nos sonrojamos… ¡Maldita sea! ¿Porqué tiene que pasarme esto?