1/8 de Final E3
¿Qué pato? vs Emperador Machacasaurio con la condición “El relato debe estar ambientado en un orfanato”.
Nike
Luba nunca había considerado a Zadok su amigo, si bien jamás había tenido ningún problema con él, pero ella prefería pasar su tiempo dedicada a los estudios y el semiorco era introvertido y arisco, algo habitual en su especie, por lo que le habían contado a Luba. Por eso le sorprendió cuando la arrastró casi sin decir palabra hasta el patio del orfanato para enseñarle unas zapatillas que colgaban a gran altura de un cable del tendido eléctrico.
—¿Puedes cogerlas, verdad?
—¿Pero por qué querría cogerlas? —contestó con desgana.
—Son unas nikes. ¿Puedes cogerlas, verdad? Tienes alas.
Luba agitó sus alas levemente de manera inconsciente.
—¿Y qué que tenga alas? Aunque me interesase coger unas zapatillas aleatorias colgadas de un cable, que no me interesa, no esta permitido volar antes de sacarte el permiso. Te puedes meter en un lio gordo Y no voy a hacerlo para que tú tengas unas cochinas zapatillas que pueden no ser de tu número.
—Podemos ir a medias.
—¿Llevar una zapatilla cada uno? Creo que paso.
—Podemos venderlas y repartirnos el dinero. Son unas nikes, ¿sabes?
A pesar de la férrea negativa recibida, Zadok empezó a hablar con Luba cada día para intentar convencerla. Le hablaba de lo que podrían hacer con las zapatillas, de porque habrían acabado en el cable, y de que modelo de Nike podrían ser. Con el tiempo, empezaron a hablar de otras cosas: de como habían llegado al orfanato, de sus planes para el futuro, de lo que podía suponer encontrar una familia… Cada vez que pasaba por el patio, Zadok miraba al cable para asegurarse de que las zapatillas siguiesen allí colgadas. Nadie más había mostrado interés en las zapatillas, o ni siquiera se habían dado cuenta de que estaban allí colgadas. Luba también empezó a mirar las zapatillas sin darse cuenta.
Una mañana, Luba corría por los pasillos del orfanato y abrazó a Zadok nada más verle.
—¡Me han adoptado!¡Me han adoptado!
Zadok sintió una punzada en el pecho.
—Eso es fantástico, Luba. Estoy muy contento por ti.
—Si, me voy dentro de tres días, cuando ya este todo preparado.
—Tenemos que aprovechar entonces antes de que te vayas.
—¿Aprovechar para qué?
—Para coger las zapatillas. No podremos hacerlo una vez te vayas, y tenemos que…
La alegría de Luba se disipó fugazmente.
—¿Otra vez las dichosas zapatillas? No puedo creerme que te diga esto y en todo lo que pienses sea en esas estúpidas zapatillas.
Zadok titubeó.
—Las zapatillas no son estúpidas. No entiendes lo que quiero…
—Durante todo este tiempo, lo único que te interesaban eras las zapatillas.
—No entiendes lo que quiero hacer…
—¡Eres un imbécil! ¡Si no quería antes, ahora menos! —Luba estalló— ¡Que a ti no te vayan a adoptar por ser verde y feo no quiere decir que yo vaya a fastidiar mi oportunidad de salir de aquí para que tengas tus estúpidas zapatillas!
Le pegó una bofetada con los ojos vidriosos, y Zadok cayó al suelo, más dolido por las palabras que por la bofetada. Se levantó como pudo, con un sentimiento de entumecimiento por todo su cuerpo, y le dio la espalda para marcharse.
—Quería que cada uno tuviese una para recordar al otro. Pero si eso es lo que piensas, es mejor que no me recuerdes. Te deseo buena suerte con tu nueva familia.
Se evitaron los días previos a la marcha de ella, Zadok por orgullo, y Luba por vergüenza. Las zapatillas que una vez simbolizaron la amistad de los dos huérfanos, ahora se mecían burlonas empujadas por el viento. Zadok ni siquiera salió a despedirse cuando Luba se fue con su nueva familia. Ni siquiera salió al patio, pasó ese día en la sala común del orfanato.
Al ir a acostarse, Zadok encontró una caja en su cama. Dentro estaban las desgastadas zapatillas HIKE que habían colgado del cable hasta el día anterior y una nota que ponía Cuando me perdones, véndelas ; ) .