Ronda previa
Grupo C: Un relato donde el protagonista supere una adversidad que debe ser presentada en el primer párrafo
El último vuelo del Fénix
Han pasado varios años desde que mi vida acabó en aquella isla maldita. Perdí a la chica a la que amaba, al maestro al que admiraba, y, de forma irreversible, gran parte de mi humanidad y de mi alma. Pero la Isla de la Reina Muerte me otorgó algo a cambio, algo que hasta entonces ningún otro hombre había logrado jamás, a saber, la armadura del legendario ave Fénix. Capaz de volver a la vida por sí misma a partir de sus propias cenizas. Y gracias a ella es por lo que sigo justamente aquí, cerrando el círculo en el lugar donde todo comenzó.
– Ikki, Ikki… -una voz resuena en mi cabeza. No hay duda, es Atenea-. Ikki, sé que es duro para ti, pero te recuerdo que debes de depositar la armadura en su lugar.
– Pero Atenea yo…
– Ikki, has sido nombrado sucesor de Aoria, y, por tanto, nuevo portador de la armadura de oro de Leo. Tienes que dejar la armadura del Fénix, y volver para vigilar tu casa. Una nueva amenaza se cierne y está muy cerca.
– ¿Es una orden?
– Sí, es una orden.
– A estas alturas deberías de saber que no cumplo órdenes de nadie, ni siquiera las de una diosa.
– Lo sé, pero también sé que siempre terminas cumpliendo con tu deber de caballero por tu propia voluntad.
– ¡Maldición! -no puedo evitar cerrar con fuerza mis puños, golpeando con uno de ellos, y haciendo pedazos, una roca cercana, pero Atenea tiene razón- Me conoce demasiado, mejor dicho nos conoce demasiado. Sabe que todos los caballeros la seguimos por nuestra propia voluntad, aunque a veces tenga deseos de niña egoísta.
– Al final te va a oír, si es que no lo ha hecho ya -dijo una voz familiar.
– Yo también me alegro de verte, Hyoga ¿Qué demonios haces aquí? Umm… ya veo. A ti también te ha promocionado, ¿no es así caballero de Acuario?
– ¿De verdad hace falta que responda a esa pregunta? Sabía que debajo de ese tipo duro había sentimientos, pero no pensaba que tantos. En el fondo Shun y tú no sois tan diferentes.
– Shun, hermano… Me pregunto donde estará…
– Depositando su antigua armadura también, al igual que tú y al igual que ya hice yo. Venga Ikki nunca fuiste de tantos sentimentalismos. No hay tiempo que perder.
Odio decir esto, pero Hyoga está en lo cierto. Hoy es un día triste para mí. No estoy acostumbrado a tener esta clase de sentimientos pero no puedo negar la evidencia. He sido promocionado por Atenea, y he de dejar la armadura del Fénix descansando aquí, en esta isla infernal. Esta armadura lo ha sido todo para mí, ha sido mucho más que una armadura. De hecho, ha sido como esa parte de mi alma que perdí. Mi inseparable aliada, que me ayudó a recuperar parte de mi humanidad a sangre y fuego.
– Esmeralda, ojalá estuvieras viva para ver todo cuanto he conseguido, superando innumerables adversidades, y enfrentándome con valor a todos mis enemigos. Nunca me ha importado cuán fuertes sean porque siempre el Fénix se levantará. Por eso, hoy el Fénix volará una vez más. Una última vez hasta que encuentre a otro merecedor ¡Vuela ave Fénix! Vuela, descansa, y cuida de ella.
– Bueno, muy bonito, muy épico y todo eso, pero ¿nos podemos ir ya o qué?
– Sí, Hyoga, pero esta vez si hay que conducir lo haré yo.
Primero en barco, luego en avión, y, por último, en coche, llegamos hasta la entrada del Santuario. Algo no iba bien, podía sentirlo, pero no sabía qué o quién era. Desde la misma entrada podía divisarse la nueva casa de Ofiuco, reconstruida tras los sucesos en los que recuperamos a nuestro estimado amigo Seiya de las garras de la muerte. Seiya también ha sido promocionado a caballero de oro, y ahora es el defensor de la casa de Sagitario. Shaina por su parte fue ascendida a caballero de oro de Ofiuco, y es la nueva matriarca. Muchas cosas han cambiado desde entonces. Pero bueno, esa… Esa es otra historia.